Aucune langue trouvée. Chapter 11 – Becoming Radiant! | The True Self Training

Chapter 11:
Becoming radiant!

creating your reality, conscious manifestation, positive intentions, law of attraction

Duration : 2h (+ el resto de tu vida)

Último capítulo… o primer vuelo

Has desconstruido, sentido, vibrado, te has atrevido.

Has explorado tus miedos, despertado tu cuerpo, liberado tus pensamientos, escuchado tu alma.

Has entendido que eres mucho más que un humano condicionado: eres un ser libre, vibrante, creador.

Así que ahora… es hora de brillar.
De verdad radiar.
No para impresionar a nadie, sino para encarnar.
Para ser, plenamente.

Brillar es vivir en coherencia, en confianza, en presencia.

Es atreverse a existir sin filtro, sin máscara, sin miedo.
Y sobre todo, con alegría.

Vamos, ven.

Terminamos en luz.

radiar tu verdadero yo  |  brillar sin miedo  |  vibración de alegría y de luz  |  incontrolable y libre  |  soberanía espiritual  |  alineamiento cuerpo-alma-espíritu  |  protegerse de las energías negativas  |  intención y creación consciente  |  llevar tu luz al mundo  |  recuperar tu niño interior  |  sueños cumplidos y vida elegida  |  espiritualidad luminosa e incarnada

Chapter content 11

El verdadero yo

¿Cómo saber si estás en tu verdadero camino?
El tuyo.
Ese que tu alma marcó allá arriba, antes de tirarse a este cuerpo que, la neta, no ha envejecido tan mal.

¿La respuesta?
Se resume en una palabra: alegría.

Sí, la alegría.
No la calma zen de un monje tranquilo, no.
Hablo de esa que te hace vibrar las tripas, que te da ganas de bailar en tu cocina a las 7 de la mañana, que te hace olvidar la hora, el hambre y hasta a tu ex.

Lo que te apasiona.
Lo que te prende.
Lo que hace brillar tus ojos, activa todos tus sentidos y te hace sentir vivo.
Ese es tu camino.
Ahí es donde tu alma te espera.

Y a veces, hasta los proyectos más locos son los que te llevan de vuelta.

Lo digo seguido, porque lo he vivido veinte veces: el Cielo ama a los audaces.

Cuando te sueltas, cuando creas sin pensar en el “qué dirán”, es como si el universo mismo abriera las cortinas y te regalara una autopista cósmica.
Luz verde.
Todo pasa.
Todo fluye.
Todo se alinea.

¿Quieres una señal?
Aquí la tienes.

Cuando es fluido, cuando chispea, cuando te estalla de gusto: estás en el lugar correcto.
Punto.

SIMPLE, FLUIDO, FÁCIL.

Esas son las señales de que puedes darle con todo, que estás en tu camino.

Y esa frase famosa: “Recuperar el alma de niño”…
Todos la hemos escuchado, ¿no?
¿Y si fuera esa, justamente, la sabiduría máxima?

Volver a esa versión de ti que no tiene miedo, que se atreve, que se ríe sin pensar si es “apropiado”…
Esa versión tuya pura, viva, indomable.

Tal vez envejecer, en el fondo, no es volverse razonable.
Es volverse mágico otra vez.

Actuar con integridad

Actuar con la mayor alegría que podamos poner en lo que hacemos.
Y sobre todo, no esperar nada, ningún regreso, de lo que hacemos.
Esa es la clave.

Recuperar la juventud

¿Y si la meta máxima de la madurez… fuera recuperar nuestra juventud?

No la de los músculos firmes y la piel lisa, sino la del niño libre, curioso, alegre, totalmente abierto a la vida.

Nos vendieron la idea de que había que “envejecer con alguien”, como si eso fuera un objetivo en sí.
En realidad, esa imagen tierna, dos viejitos en un banco agarrados de la mano esperando el final, viene sobre todo del miedo.
El miedo a acabar solo.
El miedo a la silla vacía.
El miedo a una muerte fría y silenciosa.

Esa creencia es un producto del Sistema, que nos programa para ver la vejez como un declive a sobrellevar en vez de una alegría a cultivar.

Sin embargo, si recuperamos esa alegría de antes, la que brota cuando nuestros sentidos se vuelven a abrir, cuando saboreamos la vida sin frenos, entonces el final de vida se convierte en otra cosa.
Se convierte en un espacio donde todavía se puede vivir, crear, reír… amar.

Demasiado seguido, imaginamos nuestra vejez con un cuerpo gastado, sufriendo, esperando a la parca.
Y es verdad que muchos terminan así: aplastados por el peso de sus miedos, de sus deseos nunca satisfechos, de sus sueños no cumplidos y de una vida formateada por lo que los demás esperaban.

Yo propongo otra cosa.
Un final de vida luminoso, con el Universo circulando todavía en nosotros, trayéndonos ganas, proyectos, encuentros, gente brillante en el camino.
Y que nuestra pareja esté en la misma energía.

¿El objetivo del final de vida?
Caminar juntos hacia la luz final con la mayor ligereza posible.
Sin peso, sin arrepentimientos… y con ese mismo brillo en los ojos que teníamos de niños, pero mejor: enriquecido por toda una vida de experiencias.

Soltarse de las emociones que creemos “sanas”

A veces creemos que brillamos.
Éxito, reconocimiento, dinero, fama…
Eso le da un subidón al ego, infla el pecho, uno se siente elevado.

Pero ojo: esas emociones, que creemos positivas, pueden ser tremendas trampas.

Alimentan el orgullo, halagan a un ego con hambre de amor, mantienen una necesidad de aparentar.
Y ahí, ya no es un logro… sino una ilusión.
Así es como gente talentosa se vuelve gurú megalómano, dictador disfrazado de salvador.
La luz que proyectan termina cegando en lugar de iluminar.

Al contrario, caer en el fracaso, quedarse anónimo, aplastado por la vida, tampoco es mejor.
Es otra trampa, pero del lado oscuro: uno se deja chupar por la derrota y se convence de que ese es su lugar.

¿La verdad?
Ni lo uno ni lo otro es “sano” en sí.
La verdadera libertad es saberlo.
Estar de pie en medio, consciente, sin dejarse arrastrar ni por la ilusión del éxito ni por el agujero del fracaso.

Ser libre es brillar de verdad… no para tapar un vacío.


Soñar tu vida, y vivir tus sueños

Todos hemos escuchado mil veces esa frase medio cliché: «Hay que vivir los sueños.»

Pero seamos honestos… ¿Cuántos lo hacen de verdad?

¿Cuántos se atreven a parar, a sentarse, cerrar los ojos y preguntarse:
«¿Y yo, cuál es mi vida soñada de verdad?»

No la que crees que debes vivir.
No la que la sociedad o tus padres querían para ti.

La tuya.
Tu versión libre, loca, inspirada.

Porque en el fondo, soñar no es huir de la realidad.
Es inventarla antes de que exista.
Es sembrar semillas en lo invisible y confiar en ellas.
Es crear un plano vibratorio que tarde o temprano bajará a la materia… si le dejas bajar.

Y ojo: hay una diferencia entre soñar tu vida, rollo sofá con Netflix, y vivir tus sueños de verdad.

La verdadera magia es transformar un sueño en un plan de acción.
En pequeñas decisiones alineadas.
En tomar riesgos.
En saltos de fe.
En carcajadas.
En sudor.
En dudas a veces.

Pero sobre todo: en la alegría de avanzar.

Cuando empecé a vivir mis sueños, los de verdad, no los bonitos PowerPoints, entendí algo:
El universo te echa una mano cuando te mueves.
Le encanta sorprenderte.
Pero sobre todo… espera que avances, que des el primer paso!

Soñar tu vida es poner la visión.
Vivir tus sueños es caminar hacia ella.
Aunque sea descalzo.
Aunque sea en la oscuridad.
Aunque tengas un poco de miedo en la panza.

¡Y solo puedes contar contigo mismo!


/
Si este libro llega a su fin, el viaje, en cambio, sigue.

La vida es un movimiento constante, una sucesión de ciclos que invitan a volver a empezar, a transformar, a crear otra vez.
Que estas palabras te recuerden que cada uno lleva dentro la fuerza de avanzar, reinventarse, encontrar su propia luz.
Así que esto no es un final, sino un comienzo.

Una invitación a seguir, a escribir lo que viene — no solo en páginas, sino en tu propia realidad.

Vivir ligero, reencontrar a nuestro niño interior

¿Y si la vejez no fuera el peso de los años,
sino soltar todo lo que cargamos desde hace demasiado tiempo?

Volver a ser un niño no es retroceder.
Es el verdadero objetivo de la madurez: haber hecho el recorrido, haber entendido tu encarnación, digerido tus errores, tus caídas, tus condicionamientos, y por fin soltar la necesidad de gustar, de triunfar, de demostrar.

Ahí te das cuenta de que el objetivo de la Vida no es ser un buen soldado, un esclavo eficiente o un robot disciplinado.
No.
El objetivo es ser libre.
Alegre.
Creativo.
Vivo.

Entonces vuelves a reír.
A soñar otra vez.
El aire se siente ligero.
Te sorprendes, te diviertes, sonríes en la calle sin razón.
Como un niño.

Y empiezas a importar un carajo lo que piensen los demás.

Pero ojo, no vuelves a ser ingenuo.
Eres un niño… que ya entendió.


/
Me acuerdo de mi adolescencia.
Mi cuerpo delgado, larguirucho, casi frágil…
Yo solo quería ser fuerte, que me respetaran.

Pero era un soñador en cuerpo de bailarín, y aún no lo sabía.
Me tomó tiempo quererme como era.
20 años.

Y eso es volver a ser un niño: quererte sin filtro, sin condición, en la alegría de ser.

Entonces, ¿por qué no volver a soñar?

Soñar tu vida.
Y vivir tus sueños.

Porque en el fondo, los “grandes” que brillan son muchas veces los que supieron seguir siendo niños.


/
Cuando pienso en mi niño interior, no pienso en una sola niña congelada en el tiempo.
Pienso en todas las diferentes versiones de mí, con sus deseos, sus sueños, sus propias alegrías.
A lo largo de los años tuve que volver a verlas, una por una: a veces para consolarlas, a veces para poner límites, a veces simplemente para escucharlas. Y poco a poco, de esos fragmentos sueltos se creó un todo: una coherencia, una unidad.

Hoy, mi niño interior ya no es una herida que sanar, sino una presencia que me guía.
Me siento conectada a la versión de mí que ella soñaba ser en sus proyecciones más locas.
Eso… es uno de mis mayores orgullos: haber sabido honrar sus sueños, demostrarle que la vida que imaginaba no era una utopía, sino un camino posible.




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SIM-PLI-CI-DAD

Otra palabra maestra

¡Sé, mantente simple!
La verdadera felicidad está ligada a la simplicidad.

La gente sencilla te hace sentir a gusto.
Un lujo que cualquiera se puede dar.
Menos cosas, más espacio.

Un proyecto simple empieza más rápido.

La simplicidad no tiene nada que ocultar, por eso eres ligero.
Simple no significa aburrido, significa verdadero.


No volver a impedirse brillar

Es un clásico.
Y tan cierto.

Nelson Mandela lo dijo al salir de prisión:
“No debes impedirte brillar por miedo a hacer sombra a los demás.”

Durante mucho tiempo pensé que había que hacerse pequeño, modesto, discreto.
No brillar demasiado, no irradiar demasiado, para no molestar a nadie.
Como mis padres, vaya…

Pero a fuerza de agachar la cabeza, terminas olvidando que tienes una luz.
Y que está ahí para iluminar tu propio camino.

Sí, a veces, si brillas demasiado fuerte, puedes incomodar.
Como esos árboles inmensos en África, majestuosos, con un tronco ancho e imponente.
Nada crece debajo de ellos.
Su sombra impide a otras plantas captar el sol.
¿Pero es culpa del árbol, o de quienes se ponen demasiado cerca de su tronco?

Brilla.
Para ti.
No para gustar, ni para dominar.

Brilla porque es natural, porque es tu energía.
Brilla con suavidad, con verdad, con humildad.
Sin querer deslumbrar, solo irradiando lo que eres.

Porque en verdad…
el mundo necesita luz.
No gente que se esconda de ella.


/
Durante mucho tiempo contuve mi luz.
Hasta los cuarenta tuve miedo de separarme del grupo, de perder el suelo al dejar lo que conocía.
Ser “como los demás” me parecía más seguro que ser plenamente yo.
Ser diferente aislaba.

Cuando piensas o actúas distinto, algunos te rechazan sin querer.
Yo lo sufría.
Siento mucho: la gente, los lugares, los movimientos invisibles.
Entrar en un restaurante a veces era demasiado.
Toda esa gente…
Toda esa energía acumulándose, cargándome…

Así que empecé a evitar, a salir menos.
La naturaleza, ella no miente: acoge sin máscaras y no decepciona.

Con el tiempo, se creó una distancia — con los demás y conmigo mismo.
Esa distancia solo existía porque me negaba a brillar, por miedo a la mirada, por miedo a estar bien en ese estado.

El día que acepté mi sensibilidad y mi diferencia, algo se soltó.
Dejé de luchar contra lo que soy.
Y poco a poco, todo se hizo más sencillo: puedo ser yo, sin disculpas, y dejar que mi luz haga su trabajo.

Protegerse de las energías negativas y del bajo astral

En lo espiritual, hay muchos testimonios sobre la existencia de planos más sutiles que nuestra realidad física.

Entre ellos, lo que llaman el bajo astral: dimensiones más densas donde se mueven formas de energía o entidades que se alimentan de emociones bajas — miedo, rabia, celos, rencor, impulsos turbios…

El testimonio de Marc Auburn

Sobre esto, vale la pena mencionar el trabajo de Marc Auburn (búscalo en Internet), figura clave para quien se interesa en los viajes astrales.

Desde niño vive experiencias de desdoblamiento espontáneo y ha explorado muchas veces esas otras dimensiones.
En su canal de Tiktok, Viajero del astral, comparte lo que ha visto y entendido de forma clara.

Según sus relatos, algunas entidades del bajo astral se alimentan de nuestras energías negativas. Cuando alguien manipula, actúa de manera tóxica o mantiene el rencor, produce una energía que esas entidades buscan. Incluso pueden, según él, empujar sutilmente a la persona a repetir esos comportamientos, para seguir alimentándose de esa vibración.

Esta idea conecta con tradiciones antiguas: los Esenios, por ejemplo, hablaban de formas-pensamiento, verdaderos parásitos energéticos que se pegan a nuestros cuerpos sutiles e influyen en nuestras emociones o conductas sin que nos demos cuenta.

Un método sencillo de protección

Por suerte, hay formas simples para protegerse de esas influencias.

Una práctica fácil consiste en visualizar una burbuja de luz alrededor tuyo. Imagínate una esfera protectora, como una campana de cristal (o de queso) rodeando tu cuerpo, bloqueando cualquier energía indeseada.

Visualiza esa burbuja como quieras: cristalina, dorada, blanca, luminosa, brillante…
Tan grande como quieras.
3m alrededor, 5m, lo que sientas…

Siente que funciona como un muro imposible de cruzar.
Lo que quiera entrar rebota en ella.
Ninguna energía negativa puede pasar.
Un verdadero escudo energético, como en esas pelis de ciencia ficción sobre ciudades protegidas.

Cuanto más la refuerces con práctica regular, más inviolable se vuelve.
En el restaurante, en el coche, en tu siesta o en tu sueño, en el trabajo…
Siempre la campana contigo.

Y más protegido estarás.

Recuperar tu poder interior

Protegerse no es solo cortar energías negativas, es también recuperar el control de tu espacio interior.

Es elegir conscientemente qué energías dejamos entrar en nuestro campo de conciencia y cuáles decidimos rechazar.

La clave es simple: vigilancia, claridad y confianza en tu poder de creación.


Llevar colores

No me cansaré de decirlo: los colores son vibraciones.
Literalmente.
Cada color tiene una longitud de onda específica, y esa onda influye en nuestra energía, nuestro ánimo y hasta en nuestras interacciones sociales.

La colorimetría, disciplina que estudia la percepción y la medida de los colores, demuestra que nuestros ojos captan esas ondas de luz y las traducen en señales nerviosas.
Esas señales impactan en nuestro sistema límbico, el centro de las emociones en el cerebro.
No es casualidad que algunos colores nos calmen, otros nos exciten o nos activen.

En cuanto a la cromoterapia, un enfoque holístico de la naturopatía, se usan esas mismas propiedades vibratorias para rearmonizar cuerpo y mente:

  1. El verde: color del equilibrio y la armonía. Se usa para calmar emociones y bajar el estrés. Llévalo y transmitirás paz a tu alrededor.
  2. El rojo: potente activador de energía. Estimula la circulación, despierta la motivación, da confianza. Una prenda roja y tu campo magnético se enciende.
  3. El amarillo: activa la mente, da claridad y comunicación. Llama la atención, despierta curiosidad, te hace más solar.
  4. El rosa: suavidad y amor incondicional. Refuerza la autoestima, abre a la ternura, sana heridas emocionales.
  5. El azul: símbolo de verdad, calma interior. Baja el ritmo cardíaco, regula la tensión, calma miedos y favorece comunicación sincera.
  6. El blanco: pureza, claridad mental. Color de comienzos y de paz interior.
  7. El violeta: enraizamiento y autoridad. Refuerza estructura, voluntad, presencia.

Cada día, cuando abres tu armario, es un diálogo silencioso contigo mismo.
No eliges solo un estilo, eliges una frecuencia vibratoria.

¿Te sientes con poder?
Irás por tonos fuertes.

¿Cansado?
Los tonos suaves te van a llamar.

¿En plena negociación?
El azul oscuro, símbolo de confianza y comunicación, será tu aliado.

¿Y si empezaras a escuchar los mensajes de los colores tanto como los de tu intuición?
Vas a ver que tu ropa ya no será solo tela, sino extensiones energéticas reales de tu estado interior.

✦ El rojo
Emoción
Energía, pasión
Efectos
Activa corazón, circulación, vitalidad
Usar
Día de reto, liderazgo
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✦ El amarillo
Emoción
Alegría, claridad mental
Efectos
Despierta el intelecto, atrae atención
Usar
Comunicación, hablar en público
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✦ El verde
Emoción
Equilibrio, calma
Efectos
Armoniza emociones, refuerza tranquilidad
Usar
Estrés, necesidad de recentrarse
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✦ El azul
Emoción
Confianza, serenidad
Efectos
Baja ritmo cardíaco, favorece escucha
Usar
Reuniones importantes, negociaciones
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✦ El violeta
Emoción
Intuición, transformación
Efectos
Abre a espiritualidad, introspección
Usar
Tiempo de pausa, creatividad profunda
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✦ El blanco
Emoción
Claridad, paz interior
Efectos
Limpia cargas mentales, neutralidad
Usar
Firma, renacer, entrevistas
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✦ El negro
Emoción
Protección, misterio
Efectos
Refuerza autoridad, estructura la mente
Usar
Momentos solemnes, afirmación personal
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✦ El rosa
Emoción
Dulzura, amor propio
Efectos
Abre el corazón
Usar
Necesidad de cariño, momentos tiernos

/
Volver a los colores: una urgencia interior

A mí me entristece ver que con los años, las calles, oficinas, metros y hasta playas del mundo se han vuelto cuadros sin color.
Negro, gris, azul marino, a veces marrón.
La industria textil, sobre todo para hombres, parece haberse alineado con esa demanda, sacando colecciones en tonos que ni el clima aceptaría.

¿Pero es realmente una demanda?
¿O solo el reflejo de una sociedad que pierde las ganas de brillar?

Un mundo donde el sueño se apaga poco a poco, donde la esperanza es un lujo, y donde ya no se atreven a llevar color por miedo a ser vistos.

Porque el color es vida.
Es nuestra firma emocional.

¿Alguna vez viste a un niño elegir un abrigo negro? No.
Pon 50 niños en una tienda y verás arcoíris caminando.
Rosa fucsia, amarillo sol, verde manzana.
Porque la infancia es instinto y conexión con la alegría, con las ganas de vivir y existir.
El negro es para adultos.
Los que quieren borrarse, mezclarse, conformarse.
Caminar en la sombra.

El negro es a veces abandono.
Resignación.
La orden silenciosa de no molestar.
No es raro que en medicina digan: «volver a tener color», cuando alguien revive.
El color es una señal vital, un lenguaje que dice: «Aquí estoy. Sigo vibrando.»

Haz la prueba:
La próxima vez que tomes un avión, observa.
Las salas de espera llenas de gris oscuro, negro, marino.
El miedo a lo desconocido, la tensión de partir, el anonimato uniforme.
En ciudades lluviosas, al amanecer, nos vestimos para desaparecer en la sombra.

Yo, viviendo al lado de playas increíbles, veo jóvenes de 30 años caminando de negro total sobre arena dorada…
Parece un funeral.

Y en la noche es aún más evidente.
Como si la luz misma les quemara la piel.
Tristeza.

Pero nada está perdido.
Solo hay que atreverse.
Una camiseta amarilla.
Unas zapatillas rojas.
Un bolso turquesa.
Lo que sea.

Un gesto rebelde de luz.
Un acto de vida contra la grisura impuesta.

Tus intenciones crean tu futuro

Así de simple: todo lo que piensas, lo proyectas.
En el éter, en el astral, en los campos cuánticos, en lo invisible, en la luz… llámalo como quieras.

Cada pensamiento, cada emoción, es una onda.
Y esa onda se pone a chambear para ti.
Como un obrerito del universo que agarra tus ideas, tus miedos, tus ganas, y las suelta en el gran taller cósmico diciendo:
«Aquí está tu próximo proyecto.»

Entonces si tienes miedo, ¿adivina?
Ese miedo se va a poner a trabajar.
Va a buscar hacerse real.

Si vibras alegría, placer, amor… eso mismo vas a atraer.
Eso es lo que va a volver a ti.
El boomerang cósmico no tiene sentimientos.
Devuelve lo que mandas.

Pon intenciones claras.
Piensa con conciencia.
Siente ya lo que quieres vivir, como si estuviera aquí.

Y recuerda:
El universo no entiende el “no quiero”, solo capta la energía que sueltas.

Si vibras miedo, escucha: miedo.
Si vibras amor, escucha: amor.
Y como siempre, responde en tu frecuencia.





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Atreverse

Dar el primer paso…

Salir de la espera.
La acción rompe la procrastinación.

Al universo le gusta el movimiento.
Abre puertas a los que avanzan.

El que se atreve, vive.
El que espera, se gasta.

Actuar aunque haya miedo.
Ese es el verdadero coraje.

Tus ideales y tus actos.
Sin coherencia, son solo bonitos discursos.

La coherencia calma.
Quita la duda.

Un paso hoy vale más que un sueño mañana.


Escuchar a tu cuerpo

Ya lo hablamos antes, pero al final, vivir feliz también es vivir escuchándote a ti mismo.
¿Y quién mejor que tu propio cuerpo puede decirte lo que de verdad necesitas?

No tu reloj.
No tu agenda.
No tu coach.
No tu app de salud.

Solo… tu cuerpo.

¿Tienes hambre? Come.
¿No tienes hambre? No comas.
¿Cansado? Échate una siesta o baja el ritmo.
¿Con ganas de moverte? Sal, camina, baila, suda.

Y sobre todo, no dejes que tu mente te imponga un programa militar.

No somos máquinas.
Somos flujos, olas, respiros.

Aprende a decir “sí” a tu cuerpo y “cállate” a tu mente cuando empieza con su lógica rígida tipo:
“Son las 12:30, TIENES que comer.”
O
“Tienes que dormir a las 23h, no a las 20h, ¡por favor!”

La libertad empieza ahí:
hacer lo que quieras, cuando lo sientas, porque lo sientes.

Eso es la verdadera escucha.
Y ahí todo cambia.


/
¡No tengas miedo de ser diferente!
Como ya dije al inicio de mis testimonios, la crítica muchas veces es la mejor señal de que estamos siendo auténticos.

Cuando te acuestas de noche, ¿en quién piensas?
En ti, ¿no?
Pues para los demás es igual.

Eres el centro de TU vida; deja de creer que eres indispensable en la de los otros y que su juicio pesa más que el tuyo.
La realidad es que piensan en ellos mismos, igual que tú.
Cuando alguien piensa en ti, casi siempre son solo unos minutos en su día.

Así que, cuando tengas miedo de hacer algo por miedo al qué dirán, hazte esta pregunta: ¿quiénes son de verdad esos jueces en tu cabeza?

Ahora que lo sabes, ¿de verdad quieres darles ese poder sobre ti?
Espero que no.
Recupera tu fuerza, da un paso adelante y libérate.

/
Durante años intenté ser «la más evolucionada posible».
Meditaba horas, comía vegetariano, iba a retiros espirituales, incluso practiqué abstinencia varios años.
¿Mi meta?
Elevarme, casi flotar, alcanzar un estado de conciencia etéreo.

Pero un día… me di contra un muro.
Ya no había chispazos, ni “wow” internos, ni pruebas de que avanzaba.
Y eso me frustraba muchísimo.

Así que decidí tomar el camino contrario.
Al fin y al cabo, volver al éter llegará de sobra, pensaba…
Pero hoy estoy aquí. Encarnada.
En carne, hueso, sensaciones.
Entonces volví a comer carne, no por necesidad sino para aceptar la dualidad de vida y muerte, en vez de negarla.
Dejé espacio a mis deseos carnales.
Recuperé el gusto por la vida humana, con su intensidad, sus sabores, sus contradicciones.

Ahí entendí: mi cuerpo no es un obstáculo para mi espiritualidad.
Es su templo.
Es su raíz.
Hoy lo escucho.
Respeto su sabiduría tanto como la de mi mente.
Y en esa alianza encuentro mi verdadera evolución.

Estar alineado con uno mismo

¿Qué pasa cuando empiezas de verdad a vivir en coherencia contigo mismo?
Cuando tus pensamientos, tus actos, tus decisiones, tu energía… están en sintonía con lo que eres de verdad?

Un rollo mágico.

El universo se abre.
Vuelve a moverse dentro de ti.

Todo se vuelve más fluido.
Más simple.

Los eventos llegan “por casualidad”, pero en el fondo sabes que ya no es casualidad.
Son sincronías.
Guiños de la vida.
Empujoncitos del cielo que te dicen: “Sí, es por aquí. Estás en tu camino.”

Es como si un río se destapara dentro de ti.
Una corriente de energía suave, constante, que fluye natural.
Sin resistencias.
Sin peleas forzadas por hacer todo “como toca”.
Las cosas se colocan solas.
La gente adecuada aparece.
También las buenas oportunidades.

Y todo eso, sin ni siquiera forzar.

Solo porque por fin estás alineado con tu vibración interior.
Con lo que tu alma de verdad quiere vivir.

Y ahí la vida se vuelve bonita, ligera, llena de sentido.
Sin drama, sin lucha, sin presión.

Solo… viva.
Y real.


Volverse incontrolable

Cuando recuperas tu energía verdadera, esa que vibra dentro de ti desde siempre, pero que habían tapado con deberes, máscaras, heridas, entonces ya nada ni nadie puede controlarte.

Ni las miradas.
Ni las expectativas.
Ni las opiniones.

Ni siquiera tus propios miedos.

Porque ya los atravesaste.
Te metiste en los abismos, viste tus patrones, entendiste tus emociones, sacaste a la luz tus traumas escondidos en los rincones oscuros de tu tripa.

Viste claro los mecanismos humanos: las manipulaciones disfrazadas de amabilidad, los juegos de poder escondidos detrás de sonrisas falsas, las seducciones cargadas de carencia.

Y de golpe, el velo se levanta.
Todo se hace evidente.
Los roles, las máscaras, los sistemas.
Ya no los sufres: los ves.

Y cuando uno ve, ya no puede caer en la trampa.

Te vuelves intocable.
No duro, sino libre.
No frío, sino dueño de tu fuego interior.
No arrogante, sino plantado en una paz que nada puede tumbar.

Y sigues sonriendo.
No una sonrisa para gustar.
Una sonrisa tranquila, radiante, la de alguien que ya no necesita convencer.
Porque volvió a su casa.

Y ahí es cuando te vuelves incontrolable.
No incontrolable como amenaza.

Incontrolable como un sol.
Brilla, está ahí, y nadie puede apagarlo.





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MANTRAS

La actitud más sana que tener
ante cualquier cosa que se te presente:

¿Y qué?
(so what ?)

Mm, ¿por qué no?
(Why not…)

OK, interesante…


Consejos & trucos

100% vividos en la calle:

/
¿Por qué vivo casi siempre en el sudeste asiático?
Simple: porque estos países son a la vez "pobres" y profundamente espirituales.
Y la vida es sencilla.

Y a mí me encantan los lugares donde la gente reza más de lo que consume, donde la sencillez reemplaza la arrogancia, y donde el calor humano no depende del Wi-Fi.

➤ Algunas joyitas que he pillado con los años

Tailandia

País budista (menos el sur, que es más musulmán… pero tranqui, peace & love). Aquí la gente ama tres cosas: los Bahts (la moneda local), su familia y sonreír. Y para nosotros los extranjeros, es el paraíso logístico: 50 años de experiencia turística, todo fluye, fácil, sin líos. 7/11 por todos lados, masajes, batido de coco, y un atardecer… todo en una misma tarde.

Malasia

Un país mayormente musulmán, muy verde, muy vivo. Si te mola la selva que te acaricia las piernas y los monos que te roban el plátano, vete a Borneo, lado malasio. Es bruto, salvaje, mágico. (Y a veces húmedo, muy húmedo.)

Indonesia

Otro país musulmán, pero aquí, en cuanto sales de Bali hacia el Este, la vibra se vuelve… zen. La gente es suave, acogedora, de una bondad sincera. Con una sonrisa empieza una charla, con un coco empieza una amistad. Y bueno, Indonesia son volcanes, templos, scooters y “¡Hello Mister!” todo el día. ¿Cansa? No. Da vida.

Filipinas

Aquí estamos con los cristianos súper devotos. Los pueblitos ponen la Biblia en altavoces como si Jesús llevara un programa de radio mañanero. Y pese a esas iglesias sonoras, reina una paz brutal. Nada de robos, mucho respeto y una amabilidad rara de encontrar. La familia, la comunidad, la fe… es sagrado. Sientes que la gente aún tiene una columna vertebral moral. Y eso se agradece.

¿Y de presupuesto?

Cero estrés. Aquí todavía puedes vivir con poco. Un bungalow en la playa por el precio de una caña en París. Fruta fresca, una hamaca, el canto de los geckos… y una paz interior que por fin empieza a instalarse.

Visas de turista

(sin e-visa previo, sin complicaciones y sin pasta)

  1. Tailandia: 2 meses, renovables 1 mes.
    Luego mandas tu pasaporte a Birmania (vía agencia de viajes) y al día siguiente, tienes otros 2 meses.
  2. Malasia: 3 meses.
    Luego sales y vuelves a entrar, y otros 3 meses más.
  3. Indonesia: 2 meses, renovables 1 mes, y luego otra vez 2 meses. Total 4 meses.
  4. Filipinas: 1 mes renovable, luego extensiones de varios meses posibles.
  5. Laos: 30 días, luego extensión de 2 meses.
  6. Camboya: 30 días, luego extensión de 30 días más.
  7. Vietnam: 45 días, luego tienes que salir y volver a entrar.


➤ Trabajar en línea, o a distancia

Freelance en habilidades digitales

¿Para quién?
Redactores, desarrolladores, diseñadores, traductores, marketeros, etc.

  • Sitios: Upwork, Malt, Freelancer, Fiverr
  • Ventajas: eliges tus clientes, tus precios, tu tiempo
  • Necesitas: un buen portafolio, constancia y auto-disciplina

Ejemplos: creación de webs, retoque de fotos, redacción SEO, edición de video, publicidad en Facebook…

Creador de contenido / formador online

¿Para quién?
Los que quieren compartir un saber, un mensaje o una pasión

  • Plataformas: YouTube, TikTok, cursos en Teachable, Gumroad, Udemy
  • Modelo: monetización con anuncios, formaciones, donaciones, productos digitales
  • Ventajas: escalable, creativo, y muy alineado si apuntas bien

Ejemplos: meditación, yoga, desarrollo personal, programación, idiomas, música…

Consultor / coach a distancia

¿Para quién?
Expertos en algún área que puedan acompañar a otros (pro o perso)

  • Ámbitos: coaching de vida, salud, negocios, relaciones, espiritualidad…
  • Herramientas: Zoom, Calendly, Google Meet
  • Modelo: sesiones individuales, packs mensuales, seguimiento regular

Tip: una buena presencia online (web + testimonios) sube la credibilidad

Venta de productos digitales o físicos

¿Para quién?
Los que aman crear, vender y automatizar

  • Productos digitales: eBooks, plantillas, meditaciones en audio, guías PDF…
  • Productos físicos: con dropshipping, print-on-demand (camisetas, libros, joyas…)
  • Plataformas: Etsy, Shopify, Amazon KDP, RedBubble…

Ventaja: puedes automatizar ventas, ingresos pasivos

Digital nomad

¿Para quién?
Los que quieren vivir ligero, viajar y generar lo justo

  • Actividades: asistente virtual, gestión de redes sociales, moderación de foros, data entry
  • Necesita pocas cualificaciones al inicio, pero sí seriedad
  • Se puede combinar con trabajos online puntuales o locales (woofing, retiros, etc.)

Ejemplo típico: vivir en Bali o Chiang Mai con 800€/mes, currando 10-15h/semana



➤ Aprender algo nuevo para tu futuro

La herramienta mágica

Este es una bomba atómica para tu cerebro:
👉 OpenClassrooms (www.openclassrooms.com)

Una web llena de cursos gratis, claros, bien hechos… y lo mejor, accesibles a todos.

Programación, diseño, redes sociales, marketing digital, desarrollo web, ofimática, gestión de proyectos… vamos, si quieres aprender algo útil y concreto, aquí está.
Literalmente puedes pasar de «No entiendo nada de esto» a «He montado mi web y lancé mi negocio online» en pocas semanas.

Ya no hay excusas.
¿Quieres aprender, crecer, reinventarte?
Todo está aquí.
Gratis.

¡Así que dale!
Nada de excusas…

Fórmate.
Y rompe tus límites.



➤ Volverse independiente

las reglas básicas

Sí, hacen falta.
Reglas.
Referencias.
Un marco.
Aunque sea flexible.

Porque si no… madre mía.
Qué fácil es perderse.

Tres días vagueando.
Una visita inesperada de amigos.
Una semana off por las lunas (o un bajón emocional, hormonal o existencial).
Y zas. Te desconectas. Pierdes el hilo.

Ese proyecto que iba bien? Se queda parado.
La motivación? Se fue a dar una vuelta.
¿Y tú? Te encuentras ahí, scrolleando sin rumbo o acomodando calcetines por color para “volver a enfocarte”.

Cuando eres libre, de verdad libre, sin jefe, sin horarios impuestos, sin alarma a las 6h30, solo tienes una cosa para avanzar: tú mismo.

Y créeme, después de 20 años de vida nómada por el mundo, aprendí que estas dos reglas simples te mantienen en el camino sin perderte.

✅ Regla n°1: Avanzar al menos 1 milímetro al día

En tus proyectos.
No hace falta escalar el Everest cada mañana.
Basta un pasito. Una acción. Una línea. Un mail. Un gesto.
Algunos días darás saltos de 1 metro.
Y otros, será solo una idea anotada en tu cuaderno.
Pero cada día, alimentas la llama.

Si no, se apaga.
Poco a poco.
Y ni te das cuenta.

✅ Regla n°2: Mover el cuerpo, todos los días

No hace falta ser yogui acróbata ni maratonista.
Solo moverse.
Caminar. Nadar. Saltar. Bailar. Cargar cosas. Respirar fuerte.

Porque cuando mueves tu cuerpo, tu mente se calma.
Las ideas se ordenan.
Las prioridades vuelven a su lugar.
Y recuperas esa sensación mágica: "Estoy vivo."


Estas dos reglas parecen simples.
Y sin embargo, son potentes.
Son tu brújula cuando todo lo demás se pone borroso.

Porque lanzarse en una aventura, pro, perso, espiritual o salvaje, cualquiera puede hacerlo.
Pero aguantar en el tiempo, mantener el rumbo, seguir alineado, con coherencia y tenacidad, ¿a largo plazo?!?

Ahí es donde empieza el verdadero juego.
Y estas dos pequeñas reglas, créeme, pueden marcar toda la diferencia.



➤ Expatriarse… o solo apretar Pause

¿Tomarte un año sabático?
¿Cambiar de aire?
¿Hacer un reset de verdad?

Yo digo: ¡dale!
De una.

Y si me preguntas cuánto cuesta vivir en el sudeste asiático, aquí va mi respuesta, probada, aprobada y vivida:

  1. Tailandia: Unos 1'500€ al mes, todo incluido.
    ¿Bungalow frente al mar? Check.
    ¿Comida local por 4-5€? Check.
    ¿Scooter a 5€/día para ir a por tu papaya madura? Check.
    Todo eso, con atardeceres que curan las neuronas.
  2. Malasia o Indonesia: Igual. Mismo rango de precios.
    Misma dulzura de vida.
    Con bonus: más jungla o más volcanes, y otro mar, tú eliges el decorado.
  3. Filipinas: ¡Todavía más barato!
    A veces casi la mitad.
    Y tienes el mar turquesa, niños jugando por todas partes, y sonrisas como moneda local.
    Aquí no hace falta cripto: una mirada sincera basta.


Créeme, en un solo año sabático allá, cambias.

No solo tu tono de piel o tu nivel de vitamina D.
Cambias por dentro.

Vuelves a ser tú mismo.
Libre. Alegre. Vivo.

Y en ese nuevo espacio interior, pueden nacer grandes cosas.
Ideas, certezas, decisiones que llevaban 10 años guardadas en un rincón de tu cabeza.
¿Un año para cambiar de vida?

A veces, solo hace falta un billete de avión y un poco de coraje.
El resto… se da solo.



➤ El camino de santiago de compostela

Ahhh, ¡esto sí que es potente!
Si de verdad quieres encontrarte, ponte las zapatillas, carga la mochila y a darle.

Caminar durante semanas por paisajes increíbles, rodeado de gente que, como tú, cargan su mochila pero sobre todo su mochila invisible de líos, traumas y preguntas existenciales… eso es el Camino.

Con los días, sueltas pequeños pesos que ni sabías que llevabas. Como si cada kilómetro te comiera un viejo esquema, un miedo, un pedazo de pasado que ya no sirve.

Uno empieza pensando: «Bueno, es una caminata deportiva-espiritual, buena para las piernas y para el alma».
Y en realidad… es mucho más que eso.

Primero, este camino es respetado como un tesoro por los españoles.
Allá, cada peregrino es sagrado, da igual tu edad, tu cara o tu nacionalidad (yo crucé con 24 nacionalidades distintas en 6 semanas).
Resultado: una seguridad y un respeto brutales.
Vi un montón de chicas jóvenes caminando solas, incluso acampando por falta de presupuesto… Nunca una tuvo que quejarse de un problema.

El Camino está protegido. Casi bendito.

Y luego, cada día, dejas algo atrás.
Tu pasado, tus enojos, tus frustraciones, tus emociones pesadas.
Avanzas más ligero, afuera y adentro.

Es un retiro que se hace en movimiento, un vaciarse poco a poco donde te das cuenta de que no necesitas tanto como pensabas.

Y la llegada a Compostela… wow.
Todos explotan de alegría, lágrimas, risas.
Es vibratorio.
Porque al final, cada uno alcanzó algo: una versión más simple, más clara, más ligera de sí mismo.

El Camino no es solo una caminata.
Es un viaje interior, poderoso y liberador.

Una experiencia que hay que vivir al menos una vez en la vida… o más.
Yo lo hice. Y grabé varias videos en YouTube.

Si te late, aquí va el link:
👉 Camino de Santiago, El Camino del norte, 2023, 45 días y 900 km en el País Vasco.
https://www.youtube.com/watch?v=2c1e_8TLZU4 (1er video, de 7)


/
Fui como un vagabundo, ligero, un poco despreocupado.
Una pequeña aventura mitad deportiva, mitad espiritual.

Antes de salir, paso obligado por Decathlon: mini equipo de camping, hornillo, hamaca, todo el kit del perfecto peregrino.
Porque tenía miedo de no encontrar dónde dormir.
Hasta compré calcetines especiales para caminar.
Porque tenía miedo de que me dolieran los pies.
Mi mochila pesaba 16 kg.
Porque tenía miedo de que me faltara algo.
El primer día, salí con 1,5 litros extra de agua — o sea, 1,5 kg más en la espalda — porque tenía miedo de tener sed.

¿Ves a dónde voy con esto?
El peregrino parte con el peso de todos sus miedos.
Lleva su carga invisible sobre los hombros: sus temores, sus creencias, sus costumbres.
Y aunque uno se diga fuerte, confiado, seguro de sí… la mente pasa de eso.
Los miedos más básicos reaparecen, y algunos peregrinos avanzan de verdad encorvados, aplastados por el peso de su vida.

El primer día dejé 3 o 4 kilos de equipo nuevo, directamente al borde del camino.
Me imagino la cara de los que paseaban con su perro al ver un hornillo y una hamaca nuevos tirados ahí.
Pero mis hombros gritaban demasiado: estaba loco de salir tan cargado.

Los días siguientes fueron una batalla entre mis miedos y la realidad.
Y la realidad es que no necesitaba casi nada.
Día tras día iba dejando una camiseta, un vaquero, unas chanclas, un cable, en los albergues donde pasaba.

Al final, terminé el Camino con 8 kg en la espalda… sin haber echado nada en falta.

👉 Hay que hacerlo sí o sí.



➤ Siempre hacerlo lo más simple posible

Para montar tu negocio de la forma más simple posible, no hay que tenerle miedo al Sistema.
Correr hacia Hacienda para decirles que ya ganas dinero no es la mejor idea.
De hecho, muchas veces ellos mismos te dirán que te tomes tu tiempo, saben que al principio hay que dejar al emprendedor en paz para armar su negocio. Eso pasa en Suiza, siempre amable y ayudando.
Pero en otros países… mamma mía, ¡a todo pollo nuevo lo quieren desplumar!

Y además, ya lo vimos más arriba: tu dinero no siempre va a donde debería, así que… ¿no es un poco tonto apresurarse a declarar que ya entra pasta?

No tengas miedo, mientras las cantidades sean pequeñas, ninguna alarma se encenderá en los sistemas informáticos de los bancos. Porque ahora todo está controlado por ordenadores.

Así que aquí va una regla simple para pasar debajo del radar:

  • Siempre mueve cantidades pequeñas a tu cuenta bancaria.
    Los montos grandes encienden las luces rojas en los sistemas informáticos y tu banquero te va a preguntar cosas.
    Así que no ingreses 10.000€ de golpe o tendrás que dar explicaciones.
    Mejor haz varios ingresos de 2.500€, 1.500€, y pasa sin problema.
  • Usando Wise, Paypal o estas plataformas de pago, a menudo es fácil no declarar nada, porque a veces se escapan de las regulaciones y controles de los estados. Se les complica mucho verificarlas.


Tranquilo, a nadie le importan las cantidades pequeñas, solo hay que evitar encender las luces rojas de los ordenadores.

Para montos grandes, la gente lista se monta sociedades offshore, como en Isla Mauricio o Seychelles, fáciles de crear desde Europa, a distancia.




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